lunes, 22 de junio de 2020

LUCHANDO POR LA INTEGRIDAD


De niños y aún ya de grandes, muchos de nosotros llegamos a pensar que una solución mágica en contra del miedo nocturno es meternos debajo de la cobija o prender la luz de la habitación. Otros más “bíblicos” creen en recitar con voz alta el inicio del Salmo 91 o invocar la sangre de Cristo repetitivamente. 

Sin duda, creemos que uno de estos métodos siempre será efectivo para “ahuyentar” mágicamente aquello que nos hace temer en medio de la noche. Pero con la finalidad de ser honestos, deberíamos de admitir que, si en verdad un asesino o un “monstruo” demoniaco rondara nuestra cama, de nada nos serviría ninguna de estas fórmulas. Esto me hace recordar el siguiente versículo:

22 Estos preceptos, basados en reglas y enseñanzas humanas, se refieren a cosas que van a desaparecer con el uso. 23 Tienen sin duda apariencia de sabiduría, con su afectada piedad, falsa humildad y severo trato del cuerpo, pero de nada sirven frente a los apetitos de la naturaleza pecaminosa. Colosenses 2 NVI

Pablo, viene hablando a los Colosenses del cuidado que deben de tener de los religiosos que estaban encantados con la idea externa de aparentar ser muy buenos cristianos, pero que al final del día caían súbitamente ante cualquier tentación. Tal como la historia que mencioné al principio, como la cobija milagrosa, ellos utilizaban medios que en sí mismos no tenían poder para combatir sus hábitos pecaminosos.

A muchos de nosotros, lamentablemente se nos ha hecho fácil tratar bien a nuestra pareja, hijos, hermanos o padres en el ambiente cristiano que proporciona una reunión dominical. También, se nos hace fácil escuchar al predicador de turno y junto con él despreciar el pecado y atar al mismísimo Satanás. La religión a muchos nos ha provisto el camuflaje perfecto para mitigar nuestras más bajas pasiones y en el diario vivir sin querer queriendo invocar un dicho de mi tierra: “EL QUE PECA Y REZA EMPATA”.

Se acaba, el día, suena el despertador y regresamos de nuevo al mismo círculo vicioso.

La Palabra de Dios nos enseña que la religión en sí misma no es pecaminosa, cuando su práctica está llena de una devoción real por Jesucristo, sin embargo, cuando la queremos utilizar para acallar nuestras consciencias y no enfrentar honestamente nuestras debilidades puede ser un peligrosísimo sedante que nos haga vivir un cristianismo mediocre, que sabe lo que es el evangelio, pero que no ha experimentado su poder eficaz.

En mi opinión, uno de los propósitos de Dios en esta cuarentena, está siendo, el desnudarnos de nuestras apariencias y enfrentarnos en casa a quienes somos en realidad. Es allí donde luchamos con nuestra impaciencia, nuestra ira, nuestra incredulidad; contra enemigos que pareciera se han entronado en nuestro diario vivir, tales como la pornografía, el mal carácter, el rencor o la falta de perdón.

No en vano dijo Jesús, que lo que contamina al hombre viene de adentro del corazón y Santiago remató asegurando que nuestros conflictos son directamente proporcionales a nuestra amistad permisiva con este mundo, lo que nos constituye como enemigos de Dios.

Si bien es cierto, los cristianos somos salvos por la gracia de Dios, sin embargo, ahí no termina nuestra historia en esta tierra, debemos de ocuparnos en nuestra salvación con temor y temblor.

Por esa razón, en el siguiente capítulo de Colosenses (del dos sigue el tres), Pablo anima a lo cristianos a HACER MORIR o dicho de otro modo A MATAR DE HAMBRE NUESTROS DESEOS PECAMINOSOS. A no ser permisivos con nosotros mismos.

Por último, así como una cobija no nos protegería de un asesino, tampoco las costumbres religiosas podrán sostenernos a la hora de la tentación, si allí donde nadie nos ve o donde no nos pueden acusar con el pastor. Pablo lo sabía, por eso en el versículo 16 del capítulo 3 nos da una fórmula exitosa que debemos de comenzar a vivir ya:

LA PALABRA DE CRISTO MORE EN ABUNDANCIA EN SUS CORAZONES.

¿De qué estamos llenando nuestra mente durante el día?

¿En verdad estamos matando de hambre nuestras debilidades o pensamos vivir con ellas por el resto de nuestra vida?

Vamos despojándonos de la falsa religiosidad y vestiéndonos de una devoción honesta y transparente por Jesucristo. Llenémonos, Saturémonos, Sumerjámonos en Su Palabra todos los días y tendremos el poder necesario para vencer nuestros pecados. Recordemos que es solamente su poderosa Palabra la que convierte el corazón y hace sabio al sencillo (Salmo 19:7).

domingo, 14 de junio de 2020

VIVIR Y DAR VIDA EN CRISTO POR ANGELICA ESTOLANO


“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”
Gálatas 2:20

Pablo, le recuerda a los gálatas y de paso a todos los cristianos, que el único sacrificio suficiente y aceptado por Dios para justificarnos fue el sacrificio hecho por Jesucristo en la cruz.

Él dice, que es ese sacrificio el que le da descanso. Ya no son sus fuerzas o recursos, su salud o educación. Tampoco sus deseos, ansiedades o temores lo que determinan la forma en la que él vive en este mundo.

Lo que le da descanso es saber que su vida ya dejó de ser suya, ahora, su vida está crucificada junto con la de Jesús. Por lo cual, la vida que hoy está viviendo, la vive en la fe del Hijo de Dios. O sea, que él continuamente utiliza lo hecho por Jesús como el filtro para ver absolutamente todo lo que vive.

Pablo al igual que nosotros luchó con su pecado y cada vez que lo hacía, inmediatamente corría a refugiarse en la misericordia y poder de Dios. También, tuvo temores ante la escasez, pero siempre confiaba en que, si Dios había proveído el perdón para sus pecados, también, podría proveer para sus necesidades.   

Finalmente, estaba seguro que en caso de padecer alguna enfermedad o incluso morir, ¡la verdad que lo consumía era que de todos modos él ya había muerto! Cristo lo había cautivado y absorbido, ya no vivía él, vivía Cristo en él, por lo que era imposible separarse de Cristo.

Podemos reflexionar entonces, que cuando nuestros temores o ansiedades por un futuro incierto nos consumen, es porque tenemos mucho de nosotros y muy poco de Cristo. Por lo cual debemos de someternos en oración y entregarnos en arrepentimiento y fe a su señorío todos los días.

Al final del día, nos hacemos llamar cristianos no porque pertenecemos a una asociación religiosa o vamos a una reunión dominical, sino, porque debemos de someternos a Cristo y su verdad. Somos cristianos porque podemos afirmar que no importa que no estemos en control de nuestra deuda con Dios, de nuestros recursos o salud, porque al fin y al cabo estamos en las manos de aquel que si tiene el control.

Por último, debo admitir que no es fácil vivir el señorío de Cristo, confiarle enteramente nuestra vida, pero ese es el mandato del Señor y ese es el verdadero ejercicio de nuestra fe. En mi propia experiencia, estos días han sido sumamente difíciles de llevar y al igual que muchos de ustedes he tenido, temor, duda y ansiedad.

¡Dios quiso, en medio de todas estas circunstancias bendecirnos con nuevo hijo! Sí, estoy embarazada, con mi edad, en medio de una pandemia, en medio de la inestabilidad laboral y económica.

En mis fuerzas y en mi mente, es imposible un peor momento para esto, sin embargo, en las fuerzas y en la mente del Señor, este es Su Tiempo Perfecto y el Momento que él eligió.

Y ¿qué puedo decir?, ¿Acaso no es Cristo el Señor de mi cuerpo?,

¿Acaso no estoy juntamente crucificada con él?, ¿Acaso no vivo yo, sino que es Cristo quien vive CON TODO LO QUE ÉL ES, en mí?

TE ANIMO A RENDIRTE TODOS LOS DÍAS A SU SEÑORIO Y CONFIAR EN QUE ÉL TE SOSTIENE CON EL MISMO AMOR QUE LO SOSTUVO CLAVADO A LA CRUZ.